Los ojos del perro siberiano, Antonio Santa Ana

23.9.15

LOS OJOS DEL PERRO SIBERIANO

Antonio Santa Ana
Zona Libre, Grupo editorial Norma
135 páginas
Es el segundo libro que leo sobre el asunto del SIDA, pero este a diferencia del otro (aka Donde vuelan los cóndores) si se sumerge de una forma menos prejuiciosa en la enfermedad.

Ezequiel es un tipo que dejó su casa cuando su hermano menor (quien narra la historia) tenía cinco años. Era de una familia acomodada de Argentina, el centro de atención de su propia casa, hasta que se manda una cagada, y se ve obligado a tomar decisiones drásticas por si mismo antes de que terceros lo hicieran por él. Cuando su hermano menor tiene once, se entera del segundo problema que acontecería más tarde a la familia: Ezequiel había contraído SIDA. A este hermano mejor no le cuentan que sucede, por lo que decide averiguarlo por si mismo, y ahí es cuando se entera de la infelicidad de sus padres, su hermano mayor podría morir en cualquier momento. Tras esto, nace una unión de ambos personajes que antes no se había dado, pues Ezequiel había abandonado el hogar cuando su hermano era muy pequeño, y ambos intentan recuperar el tiempo perdido dedicándose casi con calma al otro.
Ninguna enfermedad te enseña a morir. Te enseña a vivir. A amar la vida con toda la fuerza que tengas.
Ustedes se morirían si supieran cuanto me costó este libro, una ganga en todo el resplandor de lo que eso significa. Lo tenía hace un par de años en mi wishlist imaginaría, y entonces lo encontré, baratisimo en una caja, original y le di un nuevo hogar.

Ezequiel tenía un perro siberiano, y de ahí el nombre. Sasha, era el perro que había tenido una segunda oportunidad, la oportunidad de ser querido a pesar de ser diferente, porque Sasha tenía los ojos marrones y las orejas enormes, porque Sasha iba a morir por ser el más débil de la camada.

Me gustó porque no es un libro dramático, ni tampoco un intento fallido de tragedia, aunque sí es bastante conmovedor. Rescato mucho el realismo con el que se afrontan todos los temas, incluso el conocido tabú que rodea a esta enfermedad. Cuando hablo de que no es una novela prejuiciosa, me refiero a que no habla del cómo Ezequiel contrajo el SIDA, ni de como evitar la enfermedad, ni de campañas para crear conciencia, ni como la sociedad actúa ante el tema ni nada por el estilo. Es sobre un tipo que tuvo la mala suerte de contraerlo; tal vez por irresponsabilidad, pero ese no es el punto. Lo que acá cuenta es, como se lleva o se enfrenta esta enfermedad ante la familia, ante si mismo.

Está lleno de frases bonitas, no de superación o motivación, sino bonitas. Como reflexiones acerca de la vida, la muerte, la literatura, el tiempo, la familia. Pensamientos inocentes y precisos en los momentos indicados. Cómo hay cambios que separan, pero también unen. Cómo ser diferente puede significar una condena o ser tu salvación.
Como si fuera más digno morirse de leucemia que de SIDA. Como si fuera indigno ser sidoso. Como si en la muerte hubiera alguna dignidad.
Lo encontré emotivo, además es bastante cortito y se lee en un rato. Yo demoré días, porque soy poco constante, pero en fin.

Recomendado. No sabría que más decir de él, no fue un libro que me calara hondo, pero si creo que es una lectura importante para situarse al otro lado de la vereda, con un caso más o menos particular.
Azul.